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Cerebro olímpico: aspectos neurobiológicos del deporte

Por Jonathan Cueto Escobedo para el programa El Show de la Tierra
El cerebro es un órgano diseñado para interactuar con los estímulos del medio interno, es decir el cuerpo con el medio ambiente. Nuestro sistema nervioso optó por una estrategia para optimizar esta capacidad de interacción: la plasticidad.

Igual que los materiales plásticos como la pasta para modelar, el cerebro es moldeado por los estímulos a los que es expuesto. El ejemplo más conocido es el de las personas que pierden la vista desde que son muy pequeñas. Con ayuda de las técnicas modernas de investigación, hoy sabemos que todas las áreas de cerebro encargadas de procesar la información visual se adaptan y en ellos se encargan de procesar la información del tacto y el oído, los sentidos que más ocupan y que se agudizan en este tipo de personas ¿Es posible entonces que practicar algún deporte modifique el cerebro de una manera equivalente a como sucede en los ciegos o en los músicos?

Las neurociencias han comprobado que la adaptación del cerebro sucede con la práctica de casi cualquier deporte. Todas las horas de práctica dedicadas a un deporte como el Taekwondo o el básquetbol hacen que, a largo plazo, tras años de entrenamiento constante, los circuitos del cerebro se reorganicen de tal manera que pueda procesar de manera más eficiente la información específica que le demanda cada deporte y así poder responder más rápido, más alto, más fuerte.

En un estudio de Leila S. Overney y colaboradores en el año 2008 se demostró que algunas habilidades como la discriminación de velocidad, es decir, calcular cuán rápido se acerca o se aleja un objeto, son estadísticamente superiores en los tenistas profesionales cuando se les compara con triatletas o con personas que no practican ningún deporte. Esto tiene bastante sentido si tenemos en cuenta que los tenistas deben de reaccionar lo suficientemente rápido para golpear una pelota de tenis apenas del tamaño de un puño, que les es lanzada por su oponente a una velocidad que supera los 100 km/hr.

Otro ejemplo, tiene que ver con la manipulación en la amplitud de la atención. La atención es un proceso cerebral que nos permite discriminar entre diferentes estímulos y enfocar nuestros sentidos en uno solo, haciendo que los demás estímulos irrelevantes desaparezcan. En un análisis detallado de los estudios realizados en deportistas, Voss y sus colegas descubrieron que los basquetbolistas son todos unos expertos en modificar la amplitud del proceso de atención. Básicamente, los basquetbolistas pueden dejar de poner atención en varios estímulos a la vez para enfocarse sólo en unos cuantos. Esta habilidad les proporciona una gran ventaja durante los partidos. Durante el partido, el movedor de bola, que usualmente lleva el balón, debe poner atención en cómo su equipo se va ubicando a la ofensiva en el área del rival al mismo tiempo que no deja de poner atención en sus oponentes para evitar cualquier robo del balón o para poder decidir quién está libre para recibir un pase; todo esto mientras esta rebotando el balón y moviéndose a través de la cancha, es decir pone atención en muchas cosas a la vez (gran amplitud de atención). Repentinamente un rival se acerca y comete una infracción sobre él, ahora nuestro movedor de bola tiene derecho a un tiro libre desde la línea de tiro. En segundos, su cerebro debe cambiar su amplitud de atención para reducirla drásticamente, dejar de poner atención a sus compañeros, a sus rivales, incluso a los ruidos de la multitud y las luces de la cancha y concentrarse únicamente en el balón y en el aro para poder encestar. Si lo hace bien habrá sumado puntos para la victoria de su equipo, si lo hace mal su equipo podría ser vencido.

Con un origen milenario, y acompañadas del misticismo que envuelve a las principales culturas orientales como China y Japón, las artes marciales siempre han tenido un lugar especial entre los deportes. Sus practicantes consiguen, bajo diferentes modalidades de entrenamiento, incrementar sus reflejos y su velocidad de reacción para poder hacer frente a su contrincante.

El dominio técnico se consigue mediante la repetición de los movimientos una y otra vez hasta que estos puedan llevarse a cabo de manera automática en respuesta a los movimientos del adversario. La corteza prefrontal de nuestro cerebro se encarga de planear las conductas dirigidas a conseguir objetivos. Al parecer, la corteza prefrontal de los artistas marciales experimentados tiene una mayor actividad antes de ejecutar algún movimiento lo que es posible que se relacione con sus capacidades para poder anticiparse a los movimientos de sus oponentes. Para esto los científicos de midieron la actividad eléctrica del cerebro de artistas marciales durante pruebas de atención selectiva y atención transitoria.

Al medir la actividad eléctrica del cerebro de los artistas marciales en una tarea que requería mantener la atención por un periodo relativamente largo de tiempo, su cerebro estaba mucho más activo, más listo para reaccionar con respecto a los principiantes. Por otro lado, si antes de la prueba se les daba una señal (un sonido o luz) de que el estímulo al que debían responder estaba próximo a suceder, los atletas novatos activaron más su cerebro en la región prefrontal e incluso otras zonas permanecieron activas después de que respondieran al estímulo. Sorprendentemente, en los artistas marciales experimentados la corteza prefrontal permaneció inactiva. Podría pensarse que esto es un efecto contradictorio, pero la mejor explicación sugiere que ante una pista que señala que el estímulo se acerca, los atletas experimentados activan más fácilmente los procesos de disparo de la respuesta, permitiéndoles economizar recursos y emitir respuestas más automatizadas y más rápidas. Por lo tanto, los atletas experimentados procesan la información más rápidamente y gastan menos recursos dedicados a la atención que los novatos. La práctica ha hecho que su cerebro esté más alerta sólo cuando sea necesario y economice recursos cuando no se necesiten, reaccionando así más rápidamente ante su oponente.

Los resultados sugieren que en general la práctica constante de un deporte aumenta las capacidades de atención de los atletas y les permite obtener más información del medio de una manera más rápida y eficiente y, en algunos casos, mejorar algunos tipos de memoria. Sin embargo, hay que tener en consideración que muchos de estos estudios se llevan a cabo en atletas estudiantiles o profesionales, lo cual quiere decir que dedican una gran cantidad de horas a su práctica. Además, no hay que descartar la posibilidad de que estos deportistas ya hayan sido mejores en estas habilidades desde antes de volverse deportistas, y es por esa razón que tuvieron éxito y siguieron entrenando de manera profesional. Lo más probable, de acuerdo con los expertos, es que se trate de ambas, los atletas ya poseían un cerebro con cierto grado de habilidad que la práctica fue perfeccionando. Lo cual indica que la práctica también puede ser útil para los no atletas.

Otra consideración importante que debemos recordar es que todo exceso es malo, o para decirlo de forma más científica, «todo es veneno dependiendo de la dosis», lo cual también aplica para el deporte. En el caso de los atletas de alto rendimiento, a veces se desarrollan circunstancias que son perjudiciales: el gran tiempo dedicado a entrenar y el hecho de que no puedan desvelarse ni ingerir bebidas alcohólicas los aísla en fiestas y reuniones familiares, los cuales, junto con la tensión de las competencias, se vuelven fuertes factores estresantes que pueden producir estados emocionales inestables. Aunado a esto, en los deportes de contacto se han comprobado grandes efectos dañinos sobre el tejido cerebral, que aumentan la vulnerabilidad a padecer trastornos como el Parkinson, la esquizofrenia y la depresión entre otros. Dentro de estos efectos negativos se incluye el descubrimiento de la encefalopatía por trauma crónico, descubierta en jugadores de futbol americano por el Dr. Bennet Omalu, neuropatólogo de la universidad de Pittsburgh. El Dr. Omalu descubrió que el cerebro de algunos jugadores de americano sufría un proceso degenerativo que lo hacía parecer al cerebro de una persona de 85 años con inicios de enfermedad de Alzheimer, efecto que está relacionado por las repetidas contusiones que los jugadores experimentan a lo largo de su carrera. La investigación del Dr. Omalu inspiró la película de Concussion («La verdad oculta» en Hispanoamérica y «La verdad duele» en España) protagonizada por Will Smith en 2015

Todo lo anterior nos enseña que cualquier deporte debe ser practicado de manera responsable bajo la supervisión de profesionales y complementado con buenos hábitos alimenticios, de descanso y de sueño. De esta manera se pueden optimizar sus efectos benéficos y reducir cualquier posibilidad de efectos nocivos.

Publicación original en:

CUETO ESCOBEDO, JONATHAN: «Cerebro olímpico: aspectos neurobiológicos del deporte». Publicado el 7 de octubre de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.38 – URL: http://revistamito.com/cerebro-olimpico-aspectos-neurobiologicos-del-deporte/