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Desde las cenizas resurge el bosque con Sendas de brinzales.

Foto: Óscar Martínez

Georgina Vidriales para El Show de la Tierra

Del 9 al 11 de marzo de 2019 una fuerte nube de humo se dejó ver desde la montaña, un incendio consumió cerca de 850 ha de la reserva San Juan del Monte, parte de los ejidos Toxtlacoya y Las Vigas, esa misma temporada otro incendio acecho el Cofre de Perote, dentro del ejido Agua de Los Pescados. Fueron días de trabajo arduo, por las copas y las raíces se extendió, cientos de personas se movilizaron para intentar sofocarlo.

En 22 años no se había percibido un incendio de esta magnitud en la región, la emergencia movilizó a los pobladores locales, autoridades estatales y federales, se coordinaron esfuerzos supra humanos para sofocarlo. No obstante, la desolación se apoderó de la montaña y en los otrora verdes bosques, el gris se apoderó del paisaje.

Pero esta historia no se quedó en el relato desolador, autoridades estatales y ejidatarios de las zonas afectadas comenzaron el arduo trabajo de la restauración de estos páramos, proponiéndose la titánica tarea de regresar el bosque a donde el fuego dejo desierto. A recuperar los bosques que son parte esencial del ciclo del agua, del cual dependen comunidades como Las Vigas.

La recuperación y restauración de la zona devastada son para la escala humana unas tareas faraónicas, donde todas las pequeñas acciones cuentan, es así que desde el gobierno estatal en conjunto con los ejidos afectados comenzó la tarea de limpieza del bosque quemado, aclareos, acarreo de madera que todavía tuviese uso comercial, acomodo de ramas y troncos no útiles para armar curvas a nivel que permitiesen la retención del suelo, así como áreas de refugio para la fauna local.

Después las primeras acciones de reforestación de la SEDEMA y su Dirección de Desarrollo Forestal con tecnología de drones, el siglo XXI en acción (nótese que uso número romanos), tecnología para ayudar a la naturaleza a recuperarse. Una acción sin precedentes, digna de una película de ciencia ficción.

Pero todos estos esfuerzos no alcanzaban para atender la zona siniestrada, y en una alianza que podríamos denominar afortunada y estratégica apareció WRI-México para conectar a One Tree Planted (con recursos de Nestlé) con SENDAS AC y esta última conecto los esfuerzos que ya se realizaban para continuar con la restauración de la zona, con la basta meta de sembrar 205,000 árboles (170 ha), tarea nada sencilla de haber empezado en ceros, pero sumamente factible por toda la energía que la zona ya contenía para continuar con su restauración.

Aún así, la tarea fue gigante, llena de historias fantásticas de los personajes que la hicieron posible: un plan de recuperación elaborado por la Dirección de Desarrollo Forestal; una voluntad de los ejidos de recuperar sus bosques; la participación de las mujeres del vivero La Gloria, que lideradas por Esperanza y Yeimi proveyeron de planta de excelente calidad para cubrir parte de la meta; el ingenio de Genaro para desarrollar herramienta adecuada y recuperar los brinzales.

Hago una pequeña pausa, un brinzal es la planta que emerge de las semillas de los árboles padre del bosque, pero en este caso en especial, son las plantas que emergieron de miles de semillas que aventaron en el momento de más estrés del incendio, para conservar ahora si que su estirpe vegetal.

Después del breve paréntesis, los brinzales recuperados, ofrecían la oportunidad de sembrar la mejor planta para la recuperación del bosque, ya que tienen una posibilidad de sobrevivencia muy alta porque son nativos del lugar.Esta acción a la que se sumo el esfuerzo colaborativo de SENDAS AC permitió dar trabajo a más de 70 personas durante 3 meses en medio de la crisis económica generada por el COVID-19, compartir conocimientos, formar brigadas, fortalecer liderazgo de mujeres y hombres locales, apostar nuevamente a recuperar nuestro entorno para mantener las formas de vida de cientos de personas en la región y por supuesto ayudar a restaurar las cabeceras de cuenca y todos los servicios ecosistémicos que permiten las actividades humanas en la zona, que sin más beneficia a las áreas urbanas de Las Vigas, La Joya, Perote, Xalapa, Banderilla, Acajete y Coatepec.