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El tesoro frente a nuestros ojos

¿Alguna vez escuchaste hablar de un tal Carlo Coldoni? Pues ese caballero insigne fue un dramaturgo de nacionalidad italiana y habitante de la Serenísima República de Venecia. Escribió en los idiomas italiano, véneto y francés. A él le debemos la frase de hoy: “Un viajero sabio nunca desprecia su propio país”. No puede haber palabras más doctas y prudentes y, sin embargo ¿cuántas veces hemos escuchado que nadie es profeta en su tierra, o en este caso, que los profetas andan buscando otras tierras sin valorar la propia?

Por eso hoy, haremos un ejercicio de revaloración de nuestro tesoro mexicano, que, si bien enfrenta problemáticas estructurales profundas y urgentes de atender, su valor como nación privilegiada en muchos sentidos, sigue estando intacto. Por ejemplo ¿sabías que, aunque México es el país en el mundo en el que hay más hispanohablantes (123 millones) sigue existiendo una diversidad de lenguas originarias? A lo largo de nuestro territorio se hablan más de 60. Esto nos hace ocupar el segundo lugar en el continente en diversidad lingüística. Por este motivo, es importante tener afinado el oído, porque al recorrer nuestras regiones, podríamos, de repente, escuchar algunas de estas riquezas auditivas.

Otra cualidad importante es que la extensión de nuestro país y la preservación de nuestras tradiciones, hace que cada estado de la república ofrezca sus propias características y atracciones de diferente índole. Así que, por un lado, la ciudad de Mérida es considerada la mejor capital pequeña para visitar, según la revista Condé Nast Traveler. Y por otro, la publicación estadounidense International Living, considera a México como un excelente lugar de retiro (dos veces consecutivas ha estado en tercer lugar mundial).  Según la CONAPO, un aproximado de un millón de extranjeros vive en nuestro país: estadounidenses, guatemaltecos, españoles, cubanos y canadienses son las nacionalidades que más han elegido residir aquí.

Así que, es momento de replantearnos su valor, si es que lo teníamos desdibujado o de seguir apreciando, cuidando y haciendo lo que nos toca porque éste, nuestro terruño, sea cada vez mejor lugar para vivir ¿No crees?.