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Feminismo y agroecología. Un entrelazamiento esencial

Texto por:
Kathleen Uyttewaal
Licenciada en Estudios de Conservación con enfoque en sistemas agroalimentarios sostenibles, orientada a diálogos feministas por su experiencia en diversas cooperativas. Actualmente realiza investigación agroecológica en Maule, Chile.


La FAO reconoce que las mujeres son “un recurso crítico en la agricultura y la economía rural”, aunque enfrentan enormes restricciones sociales, políticas y económicas. En todo el mundo, en comparación con los hombres, las mujeres realizan más trabajo doméstico no remunerado, reciben menores salarios por el mismo trabajo, son más vulnerables a la inseguridad alimentaria y tienen menor acceso a la tierra, a la tecnología y al apoyo del gobierno, lo que en parte se debe a políticas e instituciones patriarcales capitalistas.

Aunque se aboga generalmente por la reestructuración de los sistemas alimentarios hacia modelos más equitativos, inclusivos y democráticos, el aporte de las mujeres ha sido olvidado o ignorado aun cuando la opresión histórica de las mujeres está estrechamente ligada a la explotación de la tierra.

Como movimiento social, la agroecología fomenta la diversidad, la intensidad de conocimiento y la independencia con respecto a los insumos externos, a la vez que crea y mantiene redes sociales. Además, provee un escenario donde las voces, conocimientos y necesidades de muchas mujeres pueden expresarse en una estructura democrática. 

Los movimientos políticos que luchan por la soberanía alimentaria y la democratización y descentralización de los sistemas alimentarios muchas veces usan la agroecología entre sus prácticas.

En la lucha por la soberanía alimentaria y la incorporación de la agroecología, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres también son prioridad. El empoderamiento de las mujeres en las comunidades campesinas, al igual que los procesos de la agroecología, debe ser localmente adecuado e impulsado por la propia comunidad teniendo en cuenta las intersecciones entre las historias múltiples y el contexto, respetando las estructuras comunitarias y ecológicas existentes.

El empoderamiento de las mujeres está íntimamente relacionado con ideales feministas, pero el feminismo es una construcción compleja y diversa, y sus ideales deben ser utilizados e implementados con cautela. Algunas formas de acción que buscan el empoderamiento de las mujeres rurales bajo el nombre de “ecofeminismo” han sido dañinas e ineficaces. Por ejemplo, un programa de desarrollo internacional llamado Mujeres, Medioambiente y Desarrollo, diseñado con premisas ecofeministas, idealizó los roles de las mujeres agricultoras en Jharkhand, India, ignorando algunos tabús culturales sobre por qué las mujeres no tienen derecho a arar el suelo, y “minimizaron la naturaleza socialmente construida de conocimiento sobre el medio ambiente y las estructuras subyacentes que influyen en la utilización y gestión de los recursos naturales” (Jewitt, 2000).

Beneficios mutuos de los feminismos y la agroecología

La agroecología y los feminismos están estrechamente interconectados y cada movimiento tiene el potencial de ayudar al otro. Por ejemplo, los principios que se aplican a los aspectos científicos en la agroecología también se pueden aplicar a algunos movimientos sociales y al empoderamiento femenino, entre ellos la importancia de la diversidad ecológica y social, el enfoque en sistemas holísticos, el reconocimiento de sinergias dinámicas y enlaces entre muchas partes, la validez ecológica y el uso de prácticas no explotadoras.

En diferentes lugares y culturas las mujeres están ligadas a diversos modos de promoción de la diversidad biocultural. Koohafkan y Altieri (2010) señalan la importancia de los huertos domésticos gestionados por mujeres en muchos tipos tradicionales de agricultura, donde se usan muy pocos pesticidas y hay una plétora de frutas y hortalizas.

La valoración del conocimiento tradicional muchas veces coincide con la valoración del conocimiento de las mujeres, como ilustra el caso de las mujeres mapuche de Chiloé, Chile, uno de los centros de origen del cultivo de la papa y, por eso mismo, una de las áreas más diversas con respecto a la producción del tubérculo. Las mujeres se asumen como guardianas de la papa y cuando sus hijas se casan intercambian canastas con diversos tipos de papas entre familias.


Más información en: http://www.leisa-al.org/web/index.php/volumen-31-numero-4/1323-feminismos-y-agroecologia-un-entrelazamiento-esencial