Los Dichos Que Ya No Deben Ser Dichos Cap. 5
Por Josué de la Fraga
¡Qué tal, apreciada comunidad lectora! Soy Josué de la Fraga y les doy la bienvenida a este espacio semanal de reflexión crítica sobre nuestro lenguaje. En nuestra columna anterior, desmenuzamos la frase «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda», y conversamos sobre cómo perpetúa ideas clasistas y niega la capacidad de superación.
Hoy, vamos a abordar una de las frases más crudas, directas y, francamente, más problemáticas de nuestro refranero popular. Una que, a diferencia de otras que hemos analizado, no esconde su significado bajo metáforas sutiles. Es una expresión que nos confronta directamente con una historia de dolor, desigualdad y racismo.
El dicho que hoy vamos a argumentar por qué debe ser erradicado de nuestro vocabulario es: «Trabajar como negro para vivir como blanco».
Solo escribirla, leerla o decirla en voz alta genera una profunda incomodidad. Y esa incomodidad no es casualidad; es una señal inequívoca de que estamos ante palabras que cargan con un peso histórico inmenso, opresivo y doloroso.
Un origen literal, no metafórico
A diferencia de otros dichos que exploramos, cuyo origen puede rastrearse a fábulas o a la sabiduría campesina, el de éste no es pintoresco ni figurado. Su origen es literal y constituye una de las herencias lingüísticas más evidentes y vergonzosas de la época colonial y del sistema de castas en América. La frase describe, sin rodeos, la estructura económica y social basada en la esclavitud. El «trabajar como negro» no era una simple metáfora para el trabajo duro; era la descripción del trabajo forzado, deshumanizante y brutal al que fueron sometidas millones de personas africanas y afrodescendientes esclavizadas en las plantaciones, minas y haciendas de nuestro continente. Era un trabajo sin derechos, sin remuneración, sin descanso y bajo la amenaza constante de la violencia más extrema. Por otro lado, el «vivir como blanco» representaba el ideal de la clase dominante: los colonos, terratenientes y encomenderos. Una vida de ocio, privilegios, poder y opulencia, construida directamente sobre la explotación, el sufrimiento y la sangre de otros. La frase «trabajar como negro para vivir como blanco», es un fósil lingüístico que normaliza una atrocidad histórica, presentándola como una simple descripción de un esfuerzo y una recompensa, ocultando la brutal injusticia que la fundamenta.
Una frase indefendible en el presente.
Más allá de lo evidente, ¿por qué esta expresión es absolutamente inaceptable y dañina en la sociedad que buscamos construir hoy?
Es Explícitamente Racista. No hay matices ni lugar a interpretaciones. La frase utiliza a dos grupos raciales para crear una dicotomía de poder: uno definido por el trabajo extenuante y la subyugación, y el otro por el privilegio y el bienestar. Esto refuerza los estereotipos más dañinos y perpetúa una visión del mundo basada en una jerarquía racial que es, precisamente, la raíz de la discriminación.
Banalizar un trauma histórico, usar la esclavitud como una simple metáfora para «trabajar mucho» o «estar muy cansado» es una profunda falta de respeto a la memoria de millones de personas que sufrieron, lucharon y murieron bajo ese sistema genocida. Trivializa un crimen contra la humanidad, convirtiendo el dolor histórico en una expresión coloquial para el cansancio o la ambición personal.
Estamos reforzando el racismo estructural al mantener viva esta expresión y al hacerlo, mantenemos vivos los pilares ideológicos que la sustentan: la idea de que los cuerpos de las personas negras son para el trabajo forzado y que el estándar de una «buena vida» es el de la blanquitud. Esta es una noción contra la que luchamos activamente en una sociedad que aspira a ser genuinamente antirracista y equitativa.
Repetir esta frase en pleno 2025 denota una profunda falta de conciencia, ya sea por costumbre, ignorancia o desdén, demuestra una desconexión preocupante con la historia de nuestro continente y con las luchas actuales por la igualdad y la justicia racial. No es una frase «de antes» que se ha vuelto incorrecta; es una frase racista, lo era entonces y lo es ahora.
No es «corrección política», es decencia humana.
Afrontar esto no es un tema de ser «políticamente correctos» o «demasiado sensibles». Es una cuestión de decencia humana básica, de conciencia histórica y de responsabilidad ética sobre el lenguaje que usamos. Nuestro lenguaje construye y refuerza nuestra realidad, y no podemos permitir que siga construyendo sobre cimientos de racismo y olvido.
En este caso, la alternativa no es buscar una frase que diga lo mismo con otras palabras, porque el concepto en sí está viciado de origen. La verdadera alternativa es describir las situaciones con precisión y sin recurrir a estereotipos raciales. En lugar de esa abominable frase, podemos decir: «Trabajo de manera extenuante para tener una vida más cómoda», o «Estoy haciendo un gran sacrificio laboral para alcanzar mis metas».
Y, más profundamente, la reflexión nos podría llevar a cuestionar si ese modelo de vida, basado en el agotamiento extremo para alcanzar un estatus, es realmente el ideal al que debemos aspirar como individuos y como sociedad.
La invitación desde esta columna es clara: eliminemos esta frase de nuestro vocabulario de forma activa y consciente. Y si la escuchamos en nuestro entorno, quizás podamos, con el debido respeto y firmeza, explicar por qué ya no tiene, ni debe tener, lugar en nuestras conversaciones.
Soy Josué de la Fraga, y los espero la próxima semana para seguir reflexionando sobre el inmenso poder de nuestras palabras.
Esta columna se basa en la sección semanal del mismo nombre, emitida los miércoles en el programa Más Por La Mañana. Te invitamos a escuchar el episodio en las plataformas de podcasting de RadioMás.
Josué de la Fraga Chávez
Locutor y productor en Radio Televisión de Veracruz, docente universitario y apasionado por el lenguaje. Entre micrófonos y aulas, vive rodeado de su «manada»: Daniela, los gatos Momo y Kimi, y el perro Canelo. En esta columna, «Los Dichos Que Ya No Deben Ser Dichos, une su oído crítico y su amor por las palabras para revisitar el habla popular con humor y humanidad.