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Tips para hacer de tu cocina un lugar ecológico, incluso si no cocinas

Seguramente al leer el título de este artículo dirás: “Yo no cocino, ni aprenderé, ni me interesa. Espera, no nos dejes. Piensa cuántas veces entras y sales de ese recinto de olores y sabores, y además ¿A poco nunca en tu vida vas para sacar algo del refri para servirte un vaso de leche? ¿Nunca has tenido que prepararte un cereal o un ‘sandwichito’ porque no te quedó de otra que experimentar la soledad del hogar?

¿Te das cuenta? Esta información sí es para ti, y bueno, te preguntarás ¿Por qué empezar por la cocina? Aquí tienes la respuesta:

Te sorprenderán los datos arrojados por diversos estudios mercadológicos que investigaron cuál es la relación que tenemos a nivel mundial con nuestras cocinas:

Resulta que en promedio le invertimos a cocinar 1 año + 195 días de nuestra vida. O sea que el 48 % de la humanidad pasa entre dos y cuatro horas al día en la cocina.

Pero como ya te contábamos, hacemos muchas cosas más dentro de ellas.

Por ejemplo: El 54% de las personas comemos ahí, por cierto, dato curioso: en comer nos gastamos entre 6 y 7 años de toda nuestra existencia ¡más nos vale estarlo haciendo bien y rico! ¿qué digo rico? ¡delicioso!

Y ya hablando específicamente de nuestro país, Kantar Worldpanel México una compañía dedicada a la recolección de datos y la consultoría, nos comparte que:

En una semana un hogar mexicano consume más o menos 17 distintos platos de comida repartidos durante todo el día dentro de casa y ¿de qué lugar provienen todas esas creaciones culinarias? De la cocina. Así es, ya lo sabes.

Pero, además, una familia promedio mexicana tarda en preparar la comida 40 minutos. Más tiempo que el que dedica una familia española; 33 minutos o una brasileña; 25 minutos.

Información fresca y jugosa ¿no crees? Pues sí, mucha felicidad, ‘pancita’ llena y las pláticas de sobremesa, pero, ¿qué pasa con el impacto que las prácticas en la cocina le generan al planeta? ¿Te imaginas si además de todo esto, pudiera ser una práctica diaria que no le ‘dé en la torre’ a nuestra tierra?

Por ejemplo, la luz eléctrica; ¿Sabías que la cocina es el lugar que más energía gasta de toda tu casa? Es por eso que de entrada debes encender la luz sólo si es realmente necesario y por supuesto apagarla en cuanto estés saliendo.

Vámonos al escabroso tema de los electrodomésticos con los que preparas las deliciosas viandas. Éstos consumen en torno al 55% de la energía total que empleamos en nuestras casas. Para pensárselo, ¿verdad?

El refrigerador genera un 30% del consumo total de energía

Seguramente ya lo sabrás, pero el refrigerador es, sin duda alguna, el que más energía consume, no sólo de la cocina, sino de toda la casa. Solito, solito se echa un 30% del consumo.

Pero, por favor, no desesperes y pienses que te estamos diciendo que no uses algo ¡tan importante como el refrigerador! Existen maneras súper fáciles de reducir el consumo de energía eléctrica:

  1. Manten desconectados de la corriente todos los electrodomésticos que no estés usando. Muchos de ellos siguen consumiendo a pesar de estar apagados.
  2. En el caso del tragón de energía eléctrica, o sea el refrigerador, hay maneras de utilizarlo bien y que consuman menos: evita dejar la puerta abierta demasiado tiempo, ni tampoco guardes alimentos que sigan tibios. Otra buena medida que puedes tomar es regular la temperatura de tu refrigerador en inverno, ya que no necesitarás que esté tan frío.
  3. Si ya es momento de ir cambiando uno que otro utensilio eléctrico, intenta comprar aquellos que tengan una etiqueta que diga una A mayúscula y tres signos de más. Estos te ayudan a no derrochar energía.

Otro elemento contaminante, en el que poco, casi nunca o nunca pensamos que es el de los desperdicios después de cocinar. Lo que la mayoría desconoce es que casi un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se desperdician.

¿Conoces el costo que genera producir, transportar y cocinar esta comida? ¿Sabemos las enormes repercusiones que tiene sobre el suelo, el clima o la biodiversidad? Recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (mundialmente conocida como FAO) hizo un estudio que analiza los efectos del despilfarro alimentario desde una perspectiva medioambiental. Y lo primero que comunican es que los costos directos pueden alcanzar los 750.000 millones de dólares. Pero además:

  • La producción, el transporte y la manipulación de alimentos son actividades que generan una enorme cantidad de gases con efecto invernadero.
  • Nuestra producción de alimentos utiliza demasiada agua:  regar los campos o dar de beber al ganado. Se calcula que en un año la comida desperdiciada consume 250 km3 de agua.
  • Además del agua, también implementa un uso voraz de tierra para cultivos y pastos. Se calcula que el 28% de la superficie de la Tierra dedicada a cultivo sirve para producir “comida que tiramos”.

¿Así o más claro para entender que no podemos seguir con todo esto? Pues pongamos manos a la obra para evitar desperdiciar. Si planeamos la cantidad de alimentos a cocinar y en nuestro plato servimos lo justo. Evitaremos este problema.

Recuerda, es responsabilidad de todas y todos asegurarle un mejor planeta a los que vienen detrás nuestro.