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Los Dichos Que Ya No Deben Ser Dichos Cap.9

Por Josué de la Fraga

¡Qué gusto saludarlos, apreciados lectores! Soy Josué de la Fraga y les doy la bienvenida a esta cita semanal en el blog de RadioMás, un espacio para cuestionarnos y analizar las frases que moldean nuestro pensamiento: «Los Dichos que Ya No Deben Ser Dichos».

En nuestro último episodio, gracias a la provocadora reflexión de un radioescucha, desmenuzamos la frase «Hoy por ti, mañana por mí», y vimos cómo un aparente acto de solidaridad puede esconder una incómoda transacción. Hoy, vamos a analizar un refrán que se erige como uno de los pilares de la sabiduría popular, una frase que invoca respeto y que se usa para dar un peso casi irrefutable a un consejo o a una opinión.

El dicho que hoy pondremos bajo la lupa es uno que seguramente todos hemos escuchado de nuestros padres, madres o abuelos: «Más sabe el diablo por viejo que por diablo».

Detengámonos un momento en la ingeniosa construcción de esta frase. Su mensaje es claro y potente: la verdadera fuente del conocimiento profundo no es una cualidad innata o una inteligencia superior (el ser «diablo»), sino la experiencia acumulada a lo largo de una larga vida (el ser «viejo»). Es un homenaje a la veteranía, a las lecciones aprendidas a base de prueba y error, de caídas y triunfos.

Este refrán es un clásico del acervo popular, nacido en un mundo donde el cambio era lento y predecible. En esas sociedades, las habilidades y los conocimientos se transmitían de generación en generación, y la experiencia de un anciano era, literalmente, el mapa más fiable para navegar los desafíos de la vida. El conocimiento no estaba en una nube de internet, sino en las arrugas y en la memoria de los mayores. La intención original era, sin duda, valiosa: enseñar a los jóvenes a respetar y escuchar a sus mayores, reconociendo que sus años de vida les otorgaban una perspectiva que la juventud, por definición, no podía tener.

Y hasta aquí, todo bien. El respeto a nuestros mayores y la valoración de su experiencia son pilares de cualquier sociedad sana. El problema surge cuando esta frase deja de ser un consejo y se convierte en un dogma irrefutable. ¿Por qué este dicho, en pleno 2025, puede ser problemático si se usa de forma indiscriminada?

Esta expresión es problemática por varias razones interconectadas. En primer lugar, fomenta el ageism (discriminación por edad) al establecer una jerarquía rígida donde la edad equivale automáticamente a sabiduría. Esto puede invalidar las ideas, el conocimiento y las perspectivas válidas de las personas más jóvenes, sin importar cuán informadas, innovadoras o brillantes sean, alimentando actitudes condescendientes del tipo «tú qué vas a saber si apenas estás empezando a vivir».

En segundo lugar, confunde experiencia con sabiduría. Si bien vivir más tiempo implica acumular experiencias, esto no garantiza haberlas procesado ni transformado en auténtica sabiduría. Esta requiere reflexión profunda, autocrítica, humildad, aprendizaje continuo y capacidad de adaptación. La realidad es que hay personas que repiten los mismos errores durante décadas; la edad, por sí sola, no es un certificado de sabiduría.

Además, la frase puede actuar como freno a la innovación. En un mundo que cambia a velocidad vertiginosa, la experiencia pasada no siempre es la mejor guía para el futuro. El conocimiento técnico, las normas sociales, la tecnología y las formas de comunicación evolucionan constantemente. Aferrarse al «más sabe el diablo por viejo» puede convertirse en un argumento para resistirse al cambio, descalificar nuevas metodologías y cerrar la puerta a soluciones que antes ni siquiera existían.

Finalmente, funciona como un argumento de autoridad falaz, no de razón. Con frecuencia se usa para cortar discusiones abruptamente: en lugar de refutar una idea con lógica, evidencia o hechos, se apela a la edad como justificación definitiva («Créeme, sé más que tú porque he vivido más»). Esto anula el pensamiento crítico y sabotea cualquier posibilidad de diálogo constructivo basado en méritos reales.

Reconsiderar el uso dogmático de esta frase no significa faltarle el respeto a nuestros mayores ni tirar por la borda su valiosísima experiencia. Se trata de poner las cosas en su justa dimensión. La experiencia es un tesoro, pero no es la única fuente de conocimiento ni tiene el monopolio de la verdad. La alternativa es mucho más rica y constructiva: promover una cultura de diálogo intergeneracional. Se trata de crear puentes donde la experiencia y perspectiva de los mayores se enriquezcan con la energía, la innovación y el conocimiento actualizado de los jóvenes, y viceversa. Es cambiar la jerarquía por la colaboración.

En lugar de «Más sabe el diablo por viejo…», podríamos pensar que «La verdadera sabiduría nace de combinar la experiencia con las nuevas ideas». O simplemente recordar un principio más humilde y poderoso: «Todos, sin importar la edad, tenemos algo que aprender y algo que enseñar».

¿Qué opinan ustedes? ¿Les han aplicado esta frase para invalidar alguna de sus ideas o proyectos? La conversación, como siempre, queda abierta.

Soy Josué de la Fraga, y les agradezco su compañía. ¡Hasta la próxima semana!


Esta columna se basa en la sección semanal del mismo nombre, emitida los miércoles en el programa Más Por La Mañana. Te invitamos a escuchar la versión en audio, ya disponible en las principales plataformas de podcasting de RadioMás.

Josué de la Fraga Chávez
Locutor y productor en Radio Televisión de Veracruz, docente universitario y apasionado por el lenguaje. Entre micrófonos y aulas, vive rodeado de su «manada»: Daniela, los gatos Momo y Kimi, y el perro Canelo. En esta columna, «Los Dichos Que Ya No Deben Ser Dichos, une su oído crítico y su amor por las palabras para revisitar el habla popular con humor y humanidad.